miércoles, 28 de septiembre de 2016

80

PISTAS FALSAS


Todas las pistas son falsas, piensa el detective, aún las pistas verdaderas. Las moscas sobrevuelan la atmósfera del hotel París donde el detective se recluye. Se le antoja que el hotel París es el mejor de los peores hoteles de este mundo. Desde la ventana observa a los que entran en la sala de ensayo de enfrente, sobre la calle Persia. Reconoce al negro vestido con una túnica blanca. Qué túnica de mierda, piensa. Es el padre de la putita violada y asesinada en las montañas de basura. Está acompañado por dos más. Uno de ellos lleva su instrumento ¿un saxo? ¿un violín? en un estuche. El detective afina la vista, le parece que el otro acompañante, el guitarrista, es bizco. Ensayan durante dos horas y salen. Esto se repite todos los días. El detective hace cuentas revolviendo la sopa de letras, las letras son números en otro idioma. En el idioma de la razón y la verdad, razona. Llega la noche y golpean la puerta de la habitación. Es la encargada trayéndole la cena. Una petisita, tuerta. La imagina desnuda a caballo. Después sueña con atardeceres y tornados.    

lunes, 19 de septiembre de 2016

79

SOPA DE LETRAS


Los camioneros son marineros de tierra firme, piensa el detective. Y la barba le va comiendo la cara. Una lógica desmesurada arma un rompecabezas sin sentido. Pasan los pueblos pisados por las ruedas del camión. Un padre mujer enamorado. Una chica hermosa ultrajada en unas montañas de basura. Un pibe que habla moscas. Un minotauro. El detective revuelve la sopa de letras buscando la pista, el abecedario real, y lo único que lee es la palabra HUIDA. Sabe que ya no podrá escaparse nunca, que a donde vaya llevará a González Satán. Y sigue revolviendo la sopa y las palabras que se forman lo pasean por los túneles y ve duendas que se ahogan, ve a una mujer enorme acurrucada en el corazón de la humedad, ve perros muertos. Se le ocurre que González Satán es una mala genética en el trazado urbano. Pero va más lejos y aparece un barco. El barco llega a una costa pantanosa y del barco bajan unos negros desnudos de ojos colorados. Sacan sus vergas y orinan en la tierra, orinan sangre bautizando la nueva geografía. Bajan fantasmas y ratas. Bajan cadáveres frescos. Baja una vieja harapienta afilando unos dientes de pescado. En una mano tiene un ratón sin cabeza. Y con la otra, pero esto el detective no lo puede ver, agarra la mano de un chico que baja entre las  moscas.