jueves, 29 de junio de 2017

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SEMEN SECO EN EL TABLERO DE UN CAMIÓN


Con el amanecer llegan a Yacaré, Corrientes. La señorita Chevrolet está dormida  pensando que Mariano es el embajador hermoso del país de los camiones. Abre los ojos y con la toalla limpia el semen que dejó la noche en el tablero. No sabe de cuál de los dos es. Una mezcla, seguramente. Le encanta eso, jugar con el semen de los dos. Que los iguale alguna diferencia: tonalidad, textura, olor. Gusto. Siempre la puso triste el semen seco. Y ahora un poco triste, bosteza, y lee el cartel que les da la bienvenida. El semen de la noche le recuerda una curva, la ruta quebrada. Un auto destrozado entre las ovejas. Seres colgando de hilos como marionetas de una versión más de todo lo que está ocurriendo. Acá no se muere nadie, dice en voz alta la señorita Chevrolet. Mariano la mira como si la señorita Chevrolet fuera una ruta incomprensible y acelera este camión que vino desde lejos hasta Yacaré, Corrientes, a dejar una carga y a llevarse otra mucho más pesada.     

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